Libros informativos: puertas a la curiosidad innata de los niños
Por: Luz de Alba / Dirección administrativa La valija / Mamá de 2 |
El otro día en casa de mis papás, sorprendí a mi hijo de tres años dando una explicación bastante acertada sobre las jirafas y su ausencia de cuerdas vocales. Los abuelos estaban boquiabiertos por la información que recibían de aquella pulga parlante. Para mí la información ya no era novedad, pues la había aprendido junto con mis hijos hacía unas semanas leyendo “Nubia”, un cuento de Cachorros, de Berta Hiriart. Lo que a mí me maravilló fue la capacidad de mi hijo para apropiarse de ese conocimiento y transmitirlo a otros. De esta reflexión surgió la idea de profundizar un poco sobre la extraordinaria oportunidad que nos ofrecen los libros informativos para alimentar y desarrollar la curiosidad y el autoaprendizaje de nuestros hijos.
Los libros informativos para niños, también conocidos como libros de no ficción, son aquellos textos que ahondan en algún tema científico. Pueden ser muy generales o profundizar en algún detalle muy particular, y un mismo tema puede ser descrito con enfoques y recursos muy diferentes. Están hechos para difundir la ciencia de una manera accesible y atractiva, convirtiendo temas tan solemnes como la economía o las vitaminas en una lectura casual y gustosa.
A diferencia de los libros de texto escolares, los libros informativos son muy estéticos. El cuidado en su diseño y edición es notable, suelen tener formatos grandes, papel de muy buena calidad e ilustraciones bellas. Son la clase de libros que te invitan a hojearlos, y con los que el simple hecho de pasar de una página a otra ya es agradable.
Otra característica muy importante es que los libros informativos son multinivel, esto quiere decir que un mismo libro está hecho para que niños de diferentes edades o con diferente grado de conocimiento sobre el tema puedan disfrutarlos. Para explicar esta característica me encanta el libro Comer a todo color, de Bo Young Park, que describe los beneficios que nos otorgan las frutas y verduras dependiendo de sus colores. Un niño de dos años puede disfrutarlo simplemente observando las imágenes, aprendiendo los colores y los nombres de las frutas y las verduras. Mientras que un niño más grande se entretendrá comparando y analizando cuáles de esos alimentos agregaría a su dieta para hacerla más nutritiva.
Cuando los niños tienen a la mano libros informativos, aprenden a consultarlos de una manera muy natural. Un día durante una plática familiar después de comer salió el tema de los camaleones. Al escuchar “camaleón”, mi hijo fue con seguridad a su librero y supo encontrar en su libro de animales la página donde venía la imagen de un camaleón. Él sabía que ahí estaba y que podía encontrar más información sobre él, porque había hojeado por su cuenta ese libro varias veces. A diferencia de la información que hay en Internet, los libros informativos permiten que los niños desde edades muy tempranas puedan experimentar autonomía para consultar, investigar y aprender sobre los temas que más les interesan. Y como padres podemos confiar en la veracidad de la información, pues los libros han pasado por un proceso editorial minucioso, que además la vuelve accesible y atractiva para los niños.
Como adultos no expertos en ornitología, paleontología, astronomía o cualquier ramo de las ciencias que a nuestros pequeños les resulte apasionante, los libros informativos nos ayudan a acercarnos a estos temas sin miedo a no entenderlos; al contrario, son libros que sorprenden y despiertan curiosidad por igual en adultos y niños. Incluso, muchas veces después de leerlos, algunos temas que antes no considerábamos interesantes, se convierten en nuevas fascinaciones que nos dan de qué hablar con nuestros hijos y, por qué no, con otros adultos.
Por último, me gustaría mencionar que existen también muchas fusiones interesantes de libros informativos con otros géneros literarios. Podemos encontrar libros en que los datos científicos nos llegan hermosamente envueltos en rimas, poesía, cuentos o aventuras como Aquí estamos, de Oliver Jeffers, ¿Inventos a la basura?, de Jo Seung Hyeon, o Yo crecí aquí, de Anne Crausaz.
Al llevar libros informativos a nuestros hogares estamos permitiendo que nuestros pequeños aprendan y ahonden tanto como quieran en los temas que les interesan, sin importar su edad, satisfaciendo su curiosidad innata. Si a nuestro hijo hoy le apasionan los dinosaurios, interesémosnos con él, investiguemos, aprendamos y descubramos junto con él ese mundo. Tal vez mañana nos sorprenda escucharlo pronunciar fluidamente Paquicefalosaurio en una plática casual.