LA MAGIA DE LEER

 Por: Lulú de Alba / Marketing la valija / Mamá de 2


Recuerdo con nostalgia aquel día sentada en el coche esperando a que saliera mi hermana de la escuela. Iría en tercero de primaria. Mientras esperábamos, mi mamá dijo ilusionada que  tenía una sorpresa. Con pena, no tanta, recuerdo la falta de emoción al ver el libro con lomo amarillo y la ilustración de un niño medio bobo arriba de una escoba... “Harry Potter y la piedra filosofal” leí.

...Para entrar en contexto les cuento:

Todas las noches, antes de dormir, en nuestro cuarto, mi mamá, mi hermana y yo leíamos cada una en voz alta la página de alguna novela, así nos turnábamos hasta terminar un capítulo y con el paso de las noches, el libro. Ese día, al parecer comenzaríamos Harry Potter...

El día continuó como de costumbre, con sabor a sopa de fideo,  una vista medio gris de octubre, el olor a adolescente sudado y perfumado de mis hermanos y el sonido de unas agujas de tejer de la abuela, mitigadas por los  gritos de los apuntadores de camión que trabajaban afuera de nuestra casa en el centro de la ciudad.

Llegó la noche, y después de un frío pero caluroso saludo de nuestro papá, unos “molletes” con sabor a pan Bimbo  y el sonido de un Playstation, las chicas de la casa comenzamos nuestra rutina... Esa noche me enamoré del gato en la esquina de Privet Drive y saboré los dulces de limón de un mago. Al paso de las noches fui creando una relación que jamás había tenido con un libro.

Siguieron los  años y la rutina cambio, cada quien leía sola, libros más acertados a cada gusto, la única constante  el amor a la lectura.

Yo, fiel a Harry Potter recuerdo un julio lluvioso en donde por la novedad, ilusión, enojo hacia los responsables de traducción y urgencia de conocer la continuación de la historia  me senté en la sala de la abuela con un Carlos V y un libro gigante de encuadernado precioso, olor a nuevo e  idioma ajeno. Sin tanto alboroto estaba leyendo mi primer novela en inglés.

Hace poco,  comencé con mi hija  de 6 años ese hermoso viaje  por las primeras novelas. En cuanto creí que estaba lista, obviamente la lista era yo, fui por el empolvado libro con lomo amarillo de Harry Potter y comenzamos a leerlo. Para mi sorpresa, al abrir el libro un mayo se convirtió en octubre, las páginas tenían un olor a sopa de fideo y pude escuchar a mis hermanos jugar videojuegos fuera del cuarto.  Eso es magia, ¿Verdad? ¡Vaya que el tío Vernon estaba equivocado! Sí, en definitiva la conexión con un libro va mucho más allá de su propia historia ... Muero por saber los olores, sabores, colores, sensaciones y memorias que en un futuro remontarán a mi hija a este momento.

Hoy veintitantos años después, agradezco que mis padres me hayan acercado a la lectura. Admiro la paciencia con la que mi hermana y mamá me permitían compartir con ellas ese momento, aún leía lento y cuando una novela se pone buena, vaya que no quieres que una niña en iniciación lectora sea la narradora oficial.  Y Ahora, con hijos,  entiendo que esa sorpresa a la salida de la escuela, nunca fue para nosotras, era para mi mamá.

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